Ante la expectación por la Conferencia de José María Aznar esta tarde en el Club Siglo XXI, me arriesgo a opinar que no habrá nada especial, más allá de lo ya dictado por Draghi – bajemos impuestos y gasto público improductivo- o el sentido común – afrontemos sin demora el liberticidio nacionalista-.
Pero poco entenderemos sin tener en cuenta que esta Crisis Total pone en peligro un Sistema que conviene al Poder: Su Majestad, los Partidos Políticos dominados por tiranías electivas, los poderosos Sindicatos Verticales, la élite político-empresarial y bancaria… El Sistema reacciona: Llega el momento de cambiar todo para que todo siga igual.
Lo que importa hoy es saber si Aznar sigue de parte de ese Poder; comprobar – vana ingenuidad – si se ha hartado de callar por comodidad, miedo o falso patriotismo; sorprenderse si decide cuestionar las bases de un Sistema del que forma parte; descubrir si solo quiere acallar su conciencia o contempla cumplir el deber que terminó de traicionar en 2004.
Hubo un tiempo en que Aznar molestó, con discreción pero energía, las discutibles actividades de la Zarzuela; en el que ignoró – aunque no aplastó – el bochornoso y extraño juego de tira y afloja de un Estado y una banda terrorista; en el que decidió impulsar una política internacional en interés de España y no de los clanes adyacentes a vecinos alauítas, amigos saudíes o políticos y millonarios transatlánticos. Hubo un tiempo en el que Aznar parecía querer superar las maldiciones que hacen en España previsible lo que en casi todas las democracias europeas es impensable. Pero pronto calló. Y en marzo de 2004 calló atronadoramente.
Que Aznar moleste a Rajoy, perturbe a Cospedal o enfurruñe a Posada es solo pasto para vulgares tertulias de políticos teledirigidos y periodistas mercenarios. Ni Aznar sabe nada de Laffer ni importa que lo sepa. Su obligación es contribuir con lo que de verdad sabe a la regeneración de una nación que se derrumba sobre las cabezas de sus ciudadanos.
Nuestra libertad y prosperidad no dependen de que Montoro pierda definitivamente el juicio o Rubalcaba, en un rapto de cordura, defienda alguna vez el interés de España. No. Hay que cambiar las bases del sistema. Reformar profundamente un aparato institucional que constituye un sistema de ingeniería social al servicio del poder de las élites locales, los intereses político-empresariales y los negocios dependientes del poder político.
Aznar no va a cambiar el Sistema. Ni lo pretende. Pero convendría saber si quiere contribuir de verdad a una esperanza de regeneración.
Por mi parte, espero, ruego y suplico al Presidente Aznar que cumpla con la mayor de sus obligaciones, la que supondría, de verdad, su mayor aportación a la regeneración ética y política de España: que diga lo que sabe de la masacre del 11 de marzo de 2004. Que explique el motivo de su convencimiento de que los autores y encubridores no tenían acento extranjero. Que explique a quién respondía con su extraño discurso en la mañana del 11M. Que empeñe su vida y su fortuna en evidenciar lo que pidió a la Comisión Parlamentaria que evidenciara: «la verdad de cuándo, por qué y quién elige el 11 de marzo para que el terror irrumpa en un proceso electoral.»
Nada de esto conviene a su posición. Supongo que hoy hablará de impuestos, reforma de la Administración y desafío secesionista. Unos estarán de acuerdo con lo que diga. Muchos le tacharán de agorero y desleal. Y la casta, prietas las filas.
Poco importa. Aznar hoy callará. Y cuánta falta haría que, por primera vez, hablase.
VIA LIBRE 
Por desgracia has acertado. Marear la perdiz y poco más. Denuncia que desde 2004 –el 11-M- se han roto los pactos de su querida y falsa transición, y no se atreve a decir que el actual gobierno del PP continua descaradamente en ello. Si hasta ZP, Felipe Gonzalez y Rubalcaba han salido en defensa de Rajoy, retratandose todos. Ni se aventura nada para cambiarlo. Como una alternativa gemela a ZP en palabras de quien le conocía bien y le definió: ni una palabra mala ni una acción buena. En el mejor de los casos, pura cobardía. Un apaño para que dejen en paz a su señora y a él no le saquen trapos sucios, tras los múltiples chantajes que se adivinan con los escándalos que sacan. Con suerte, una tregua por unos meses en la obra destructora. En el peor de los casos, una liebre teatral más que saca el régimen para que la sigan, no las lleve a ninguna parte y se cansen en ello los millones de traicionados por el PP. Como decía Belga, no se le ve en el papel de Sansón abatiendo las columnas de los filisteos y pereciendo con ellos, único papel digno que le cabe desempeñar.
Por encontrarle algo realmente decente, unas palabras de su discurso: “un Estado que a veces tiene
intereses que no son los de los ciudadanos” A veces no, casi siempre, y siempre en lo fundamental. Y unos intereses que son contrarios a los de los españoles. A esos interesados los conoce bien y juega con ellos, son los que hicieron el 11-M y mandan.
Estamos como en 1808, con toda la casta dirigente traidora y destructora.
Estoy completamente de acuerdo con lo que dices. Te iba a contestar, pero mi contestación es, en realidad, el post que voy a publicar. Un saludo afectuoso.